¡Hola, holita!
Muy bien...
Como escritor puedo decirte que es una GOZADA ENORME trabajar meses y meses en un librito, poniendo, quitando, cambiando, corrigiendo... y que luego, ¡EUREKA!, te lo publiquen.
Para que te hagas una idea, imagina que te montas en el Halcón Milenario, luego te das un paseo entre las nubes con Superman (vale, con Lois también) y que, a continuación, Batman te lleva en el Batmóvil a tomar un helado. Pues bien, mezcla todo eso y entenderás que la sensación de ver tu libro publicado es parecida.
Pero, entre tú y yo, hay momentos en que esa emoción se hace más GRANDE. Añade a lo de antes que Los Vengadores te invitan a tomar unas deliciosas rebanadas de Nocilla en la mansión de Tony Stark y me entenderás.
Pues sí, me refiero a que, después de ver que tu libro está en cualquier tienda o gran almacén, un niño se lo compra y te pide que le firmes un ejemplar. En ese momento te sientes en la cima, enorme... ¡como si el consejo Jedi te enseñase a usar la Fuerza y, de remate, te regalase un sable láser de tu color favorito (a mí me gusta el rojo pero es que es el color de los Sith. Jo...)!
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Firmando ejemplares de
La máquina cambiante. |
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Haciendo lo mismo con
El misterio de la fórmula robada |
Por eso, desde este humilde rinconcito, quiero dar las GRACIAS a todos los niños y niñas que me han dado una oportunidad y han decidido conocer mis libros. ¡Espero que os gusten! Y, por supuesto, a todos los papis y mamis (y tíos y tías y abuelos y abuelas y profes y...) que les han animado a leer mis historias y (¡espero!) disfrutar con ellas.
A todos,
¡MIL MILLONES DE GRACIAS!
Y, ni lo dudes, sigo trabajando en muuuuuuuuchos libros que espero compartir contigo.
¡Felices lecturas!